El sistema respiratorio se divide anatómicamente en:
Vía aérea superior: fosas nasales, faringe y laringe.
Vía aérea inferior: tráquea, bronquios, bronquiolos y alvéolos.
Funcionalmente, se distingue entre las zonas de conducción (hasta los bronquiolos terminales) y las zonas de intercambio (bronquiolos respiratorios y alvéolos).
Los alvéolos pulmonares, recubiertos de una capa delgada de epitelio y en estrecho contacto con los capilares pulmonares, son los principales sitios donde ocurre el intercambio gaseoso. La superficie alveolar total en el adulto supera los 70 m², y está diseñada para maximizar la difusión de oxígeno hacia la sangre y la eliminación de dióxido de carbono.
La caja torácica, incluyendo las costillas, músculos intercostales y el diafragma, cumple una función mecánica esencial. La contracción del diafragma y los músculos accesorios genera presión negativa intratorácica, lo que permite la entrada de aire (inspiración).