La oxigenación celular es un proceso fisiológico fundamental para el metabolismo aeróbico, mediante el cual el oxígeno inhalado es transportado hasta las mitocondrias para permitir la producción de energía en forma de ATP. Este proceso depende de múltiples etapas que deben funcionar de forma coordinada: la entrada de oxígeno al sistema respiratorio, su difusión a través de los alvéolos hacia la sangre, el transporte mediante la hemoglobina y su liberación en los tejidos periféricos.
La respiración celular es el uso final del oxígeno por parte de las células para convertir glucosa en energía. La hipoxia celular —es decir, la deficiencia de oxígeno a nivel tisular— compromete funciones vitales, desde el metabolismo energético hasta la transcripción genética y la sobrevida celular. Cuando este proceso se ve alterado, surgen mecanismos compensatorios, pero si el déficit se mantiene, se produce disfunción orgánica progresiva.
La correcta oxigenación celular requiere:
Un adecuado intercambio gaseoso alveolocapilar.
Presión parcial de oxígeno ambiental suficiente.
Función pulmonar y cardiovascular preservada.
Integridad del transporte por hemoglobina.
Gasto cardíaco efectivo.
Regulación ácido-base adecuada.